Las mujeres y yo

Desde que tengo uso de razón siempre me he llevado bien con las chicas. Creo que 9 de mis 10 mejores amigos en realidad han sido amigas. Sobre todo de pequeño.

Mientras la chavalería se dedicaba a tirar piedras a las ventanas y a jugar al fútbol, yo pasaba los días en actividades que me resultaban más gratificantes. Quien esté pensando en sexo temprano ya puede cerrar el navegador, no va de eso.

No sé por qué, pero creo que siempre me llevé mejor con las chicas que con los chicos. Por supuesto, tenía mi grupo de amigos chicos con los que iba a jugar a basket o a echar futbolines, cosas en las que las chicas poco podían acompañarme. Para pasar en rato charlando sobre lo divino y lo humano o para hablar de libros, películas, etc, siempre preferí a las mujeres (bueeeeeno, de la Interviú, Bud Spencer, etc, mejor con chicos).

Esta buena relación entre las mujeres y yo creo que comenzó su ocaso al entrar en la universidad. Un poco después, llegó a su cenit al comenzar lo que hoy en día es mi proyecto de vida para hoy y el futuro.

De todas formas, sí que ha habido cierto cambio en mi relación con las mujeres/chicas (¿cuándo una chica pasa a ser una mujer?) que ha hecho que nada sea igual que antes.

Recuerdo que de pequeño, como con 12 años mi gran amiga se fue a vivir a otra ciudad. Aún recuerdo su nombre, apellido, e incluso su imagen y tono de voz. Después más o menos con 15 encontré a mi segunda gran amiga, una chica con inquietudes similares a las mías y con la que discutía (en el buen sentido, discuss no argue) sobre cualquier tema hasta las tantas de la madrugada sin necesidad de alcohol ni perspectiva de otra actividad lingual. La generación de Snoopy y la diferencia entre pensar y Pensar son algunas de las conclusiones a las que llegamos (algún otro día os las cuento). Si las buenas conversaciones deben agotar los temas y no a los participantes, las nuestras deberían aparecer en el diccionario como ejemplo de ellas.

Esas dos relaciones amistosas me sirvieron para vencer mi pseudomisoginia. Casi todas las chicas de mi clase pensaban más en exprimir su edad del pavo que en vivir la vida, de modo que varias veces estuve a punto de renegar del género femenino. Las tías son todas gilipollas - llegué a pensar.

A pesar de todo (mis mejores amigos de siempre son chicas y tengo una novia que no me la merezco (si alguien piensa que no se merece el jefe que tiene, pero lo soporta, esta vez las tornas no van por ahí)), mi relación con las mujeres sigue teniendo ciertas lagunas que quería comentar.

Creo que el punto de inflexión estuvo en la universidad. Quieras que no, vas a un sitio nuevo, con gente de sitios diferentes a donde crecí, con pensamientos y usos diferentes. Supongo que el hecho de pensar en las chicas como algo más que un par de bultos debajo del cuello no era lo más común entonces, creo que en este sentido soy un bicho un poco raro (me relaciono con personas, no con tetas).

Ocurría que había una rubia muy explosiva, así como jamona, muy apretada ella y con las carnes muy bien repartidas. Creo que era una de las tres (3) chicas atractivas que me encontré en toda la carrera. No es por criticar, era así, las chicas guapas debían estudiar otras cosas, no sé. Y tampoco digo que los chicos fuésemos Brad Pitt, que imagino que ellas igual pensaban lo mismo de nosotros.

La cosa es que la rubia en cuestión estaba bastante hasta las narices de ver ojos sobándola a cada lugar que mirara, como esos cuadros en los que a medida que te mueves de izquierda a derecha, parece que los ojos del retratado te siguen. Imagino vivir así y creo que no me gustaría.

Aunque, de todos modos, la muchacha tampoco hacía mucho para pasar desapercibida, porque gustaba de llevar camisetas apretadas para marcar todo lo marcable e iba enseñando el ombligo al mínimo rayo de sol (que es muy libre de ir así, no lo critico). Amén de usar esos pantalones para sordos (esos bajos de cadera que permiten leer los labios...).

Bueno, la cosa es que una vez tuve la suerte (según muchos) de que se sentara justo delante de mi, desde donde en teoría podría recrearme admirando sus curvas y su tanga. Que conste que fue ella la que se sentó delante de mí y no yo detrás de ella, ojo, fue ella la que llegó más tarde.

Recuerdo que fue una de esas tardes de calor sofocante de una asignatura de cuyo nombre no quiero acordarme. Iba con una de sus camisetas ajustadas y muestra-ombligos y su tanga sobresalía picarón por encima del pantalón. No es que estuviera mirándolo todo el rato, pero es que estaba delante de mí, ¿qué podía hacer, disimular, mirar hacia otro lado?

Entonces ocurrió.

En una de esas la camiseta se subió un poco, el pantalón se bajo un poco más, y la pobre se dio cuenta de ello. Miró hacia atrás, me miró, puso cara de mira que eres cerdo, se bajó la camiseta y se giró como si quisiera que me enviaran a una cárcel turca.

Lo flipé.

Es decir, estoy soportando la incómoda situación de ser el secundario de turno en una peli erótica para el resto de la clase que la devoraba (quiero decir que al mirarla a ella me veían a mí también) y no saber dónde meterme para tratar de no parecer un obseso y encima la tía se mosquea conmigo como si hubiera sido yo quien rezó para ver más de su carne.

Ahí, en ese preciso instante, comprendí que nunca entendería a las mujeres. Al menos en el terreno afectivo-sexual.

En general las mujeres quieren que se tenga en cuenta su personalidad, la belleza está en el interior, bla, bla, bla, pero quieren que las vean guapas.

Quieren provocar sentimientos de atracción entre los hombres que les interesan, pero si alguien que no les gusta responde a esa atracción entonces es un salido que sólo piensa en f*llar.

Quieren que se hable con ellas, pero a la mínima te plantan su escote en las narices. Si quieren removerte algo por dentro con ello y no lo haces, mal; pero si pasan de ti y te fijas en ello, peor.

No lo entiendo, ¿por qué van así...

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... si quieren que se las vea así?
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Seguramente lo de la rubia fue un malentendido, pero ¿cómo sé yo que no pretendía que la mirara (os aseguro que no creo que esa fuera su intención)? ¿Cómo debería haber actuado en aquella situación? ¿Debería haberme bajado yo los pantalones hasta los tobillos y mirarle mal si se le ocurría poner un ojo en mí?

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¿En qué se supone que debería fijarse uno?
¿En que parece buena persona?


Por suerte, siempre que vuelvo a casa recupero la cordura a ese respecto, y he seguido encontrando chicas que me reconcilian con la feminidad... aunque siga sin entenderlas (creo que lo he dejado por imposible).

Una de ellas, fíjate, me completa.

P.D: Pobre Javi, hoy ha tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano ;) Espero que no te rindas aún.

4 comentarios:

kancerbero dijo...

perdona que no me haya leído el post, pero es que no podía dejar de mirarle las tetas a la rubia.
¿De qué iba?

Anónimo dijo...

jajajaj, mu bueno el post, yo soy tia y es cierto lo que cuentas. Una tia que lleva un escote hasta el ombligo, si la miras, se puede molestar, pero te aseguro que ella se lo ha puesto para lo mismo, además desde mi punto de vista para estar guapa no hay que ir enseñando ni tetas ni tanga, las que lo hacen es para llamar la atención, así que después q no se quejen.....oye, a mi me pasa lo contrario q a ti, me suelollevar mejor con los chicos q con las chicas

Anónimo dijo...

Me ha gustado ,no puedo decir mas. Enhorabuena

Gorka dijo...

Muchas gracias por los comentarios, la verdad es que el post pilla ya un poquito lejos, pero mola esto de encontrarse comentarios tan tardíos.

Salu2!